Por: Rumbo Neuquino

El viernes pasado finalizaba la semana sin sobresaltos para el gobierno. Más aun, con la noticia del índice inflacionario en torno al 2,2 % mensual -poco creíble a esta altura solo analizando los costos de alimentos, servicios y salud-. La publicación promocional en sus redes sociales por parte del presidente Milei de una cripto moneda modificó diametralmente ese escenario. Una estafa global que en minutos perjudicó a más de 44 mil personas por casi 100 millones de dólares estalló como una bomba en las manos de un gobierno atónito, perplejo, sin capacidad de reacción. El rey quedó desnudo. Milei, maestro del ataque furioso, se replegó al punto de que, transcurridas las horas y con el desconcierto de sus seguidores en redes, tuvo que salir a aclarar –no aclare que oscurece, dice el dicho popular- su accionar y eliminar la promoción de la estafa en sus redes. Ya había corrido en el mundo entero el impacto del hecho. Y comenzaron las reacciones cuyas consecuencias son impredecibles.

Negociaciones incompatibles, estafa, abuso de poder, incumplimiento de los deberes de funcionario público, son algunas de las aristas en las que orbitan las más de 100 denuncias presentadas en juzgados argentinos, cuya causa quedó a cargo de la jueza Servini de Cubria, y otra decena de presentaciones en diversos países. Acaso la más preocupante sea la presentación ante juzgados estadounidenses y la investigación que abrió el FBI.

El principal activo de Milei, se derrumbó en minutos. Él, que venía a “terminar con la casta y sus curros”, protagoniza a todas luces el hecho de corrupción de la cúspide del poder, más escandaloso de las últimas décadas. La palabra presidencial, disminuida al punto de que el intento de aclaración a través de una entrevista grabada y conducida por el oficialista Jony Viale terminó en un papelón luego de que el Grupo Clarín filtrara el crudo del encuentro donde uno de los Caputo, guionaba al entrevistado y al entrevistador de manera lamentable.

La crisis desatada al quedar expuesta la maniobra encabezada por Milei, su hermana Karina, Santiago Caputo y Manuel Adorni, es de una gravedad de impredecibles consecuencias. El mercado mira con preocupación y desazón y se prepara para un golpe ante la pérdida de credibilidad de un modelo que parecía prometerles todo, pero que no les deja nada. El FMI observa el grado de influencia de un Toto Caputo que ya llevó a la Argentina al abismo y que justifica al presidente ante otro instrumento de timba financiera que explota. La justicia tendrá poco margen para mirar hacia otro lado. Y las instituciones y representaciones políticas se preparan para exponer en investigación todo el andamiaje, limitar las facultades que le fueron delegadas a Milei y avanzar eventualmente con un juicio político. Mientras, la vicepresidenta Villarruel cultiva el perfil bajo y Macri espera.

Por último, los silencios a veces hablan. Nada han dicho la mayoría de gobernadores aliados al presidente. La gravedad de la situación lo amerita. Figueroa, entre incendios y anuncios, dilata un pronunciamiento. Sería sano para la república y sus instituciones, claridad enérgica antes este episodio bochornoso.